Disco duro portátil
Con la fotografía digital llegaron un montón de nuevos accesorios complementarios que nada tenían que ver con la propia cámara, y tampoco es nada que se le pueda ni pinchar, ni enroscar ni nada del estilo.
El disco duro portátil es uno de esos ejemplos. Si llevas tiempo en esto de la fotografía digital ya te habrá pasado que en un viaje has llenado la tarjeta de memoria de tu cámara con fotos y aún estás a mitad de viaje. ¿Qué puedes hacer en ese momento? Limpiar fotos malas (tedioso), copiarlas a un CD/DVD en una tienda de fotografía (eso si estás en un país civilizado) o comprar una tarjeta de memoria adicional. Sin embargo hay otra opción que es muy cómoda y que es muy recomendable para viajes largos, y son los discos duros portátiles.
No son más que discos duros de ordenadores portátiles con la capacidad de tener autonomía (batería) y lector de tarjetas. Al final del día, cuando llegues al hotel o a la tienda de campaña introduces la tarjeta y copias tus fotos al disco duro y así vacías la tarjeta.
En el mercado existe una gran variedad de ellos con un espectro muy amplio de precios en función de sus características. Los más básicos tienen únicamente dos botones, uno de encender y otro de copiar con el cual cualquier tarjeta que esté pinchada al disco duro se transferirá a una carpeta nueva creada en el disco duro.
Los más complejos te dan la posibilidad de visualizar las fotos, copiar, borrar y ordenar.
No son muy aceptados en el mundo profesional ya que los discos duros, al ser mecánicamente más complejos que las tarjetas de memoria, se estropean con mayor facilidad. En uso profesional es mejor utilizar varias tarjetas y distribuir las fotos a lo largo de ellas (aquello que nos decían nuestras abuelas de no poner todos los huevos en la misma cesta) aunque también se puede utilizar como método de backup por si las tarjetas fallan.
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